Por: Brenda Jeannette Évora
Monserrat era una niña muy esperada por sus padres. Cuando vino al mundo, fue aun mucha más alegría para su familia. Era una niña muy tranquila y paciente. De pequeña le gustaba ayudar a su madre a lavar los platos y le encantaba regar las plantas del jardín.
Cuando fue al colegio, hizo amistad con todas las niñas y niños, pero en especial con una compañera que era muy pobre. Monserrat siempre compartía su lonchera con aquella niña que no tenía nada que comer.
Todo parecía ir muy bien, pero al cumplir los 17 años los médicos le diagnosticaron una enfermedad terminal, que consistía en unos fuertes dolores de rodillas, las cuales se le hinchaban y ponían moradas.
Pero esta situación no provocó tristeza en ella, si no que la animó más para salir adelante y dar ejemplo a muchas personas que padecieran algún tipo de enfermedad.
Su familia se preocupaba mucho por ella, pero Monserrat les animaba y contagiaba su alegría y fortaleza.
Al pasar del tiempo, la niña murió y todos la admiraban porque nunca se quejó de los fuertes dolores. Murió en paz con Dios y con los demás.
VALORES:
Alegría, amistad, caridad, cooperación, fortaleza, amor y comprensión.
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Hace 10 años
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